Una pregunta aguda y dolorosa. Sí – es más triste. Precisamente porque Dios habla con Caín, le advierte, le abre una puerta de corrección y de elección, y sin embargo, un instante después él elige lo contrario.
Los propios versículos destacan este contraste:
“¿Acaso no, si mejoras, serás elevado? Y si no mejoras, a la puerta acecha el pecado; hacia ti es su deseo, pero tú puedes dominarlo.” (Génesis 4:7)
Y justo después:
“Y Caín habló con su hermano Abel; y cuando estaban en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel y lo mató.” (Génesis 4:8)
¿Cómo entender esa tristeza?
- La prueba del momento siguiente. Muchos comentaristas destacan que el versículo «A la puerta acecha el pecado» describe una situación constante: el pecado no ataca, se agazapa y espera. El momento después de la advertencia es un instante de peligro – o se acepta el llamado interior y uno mejora, o se rebela contra él. Caín, dolorosamente, eligió la segunda opción.
- Incluso después de la caída – la puerta sigue abierta. La continuación de la historia muestra que Dios sigue hablando con Caín incluso después del acto. Hay castigo, pero también diálogo, una señal, y la vida continúa. Eso no borra la tristeza – pero muestra que Dios no abandona al ser humano, ni siquiera cuando fracasa.
- Libre albedrío – la grandeza de la responsabilidad. La palabra divina no es un botón que apaga el instinto; es un camino, una clave. Cuando una persona recibe una orientación clara y aun así elige el mal, es más doloroso, porque demuestra cuánta libertad tiene realmente. «Y tú puedes dominarlo» no es una promesa de que el mal desaparecerá, sino un nivel que se nos propone: tú puedes hacerlo. Si no lo hiciste, también eres responsable.
- ¿Qué nos enseña esto? La tristeza ante la brecha entre «puedes hacerlo» y «no lo hiciste» es una lección viva: la advertencia no reemplaza la decisión. Uno puede escuchar palabras de aliento, estudiar, emocionarse – pero la verdadera prueba está en la elección del instante, pequeño y oculto. Por eso la Torá no oculta el fracaso de Caín – para que lo miremos sin negarlo y aprendamos a actuar de forma opuesta en nuestros propios momentos.
Entonces sí – es más triste. Pero precisamente por eso estos versículos también traen consuelo: si el fracaso fuera un «decreto del instinto», no habría esperanza. Cuando se nos dice «y tú puedes dominarlo», se nos enseña que incluso la próxima vez, y la siguiente, el ser humano tiene realmente el poder de elegir de otra manera.